Cuando cada rostro pierde significado y no hay rasgos que los definan.
Cuando andas buscando respuestas a tientas en la oscuridad de tu mente.
Las uñas de tus manos son esquirlas ensangrentadas.
Y el raso negro que cubre tu cuerpo se vuelve una jaula textil. Silencias palabras,
olvidas recuerdos, te muerdes la lengua y la sangre se agolpa en la boca.
Coagulos que tragas, calientes se derraman en tu estomago, como un caldo purificador de todas las mentiras que te tragas.
Y piensas que cada sentimiento vivido no es nunca nuevo y antes otras ya lo pasaron.
Que otras veces lo viviste, y aun así, siempre tiene el poder de parecer algo nuevo.
Repites una y otra vez besos caricias y rabia contenida. Soñolienta cada mañana, cansada cada noche.
La realidad es tan densa como la niebla. Y cuando una rayo de solo asoma es para ser cortado de raíz.
Y tu, como una marioneta pendiente de ese hilo, caes sobre el frío asfalto.
El viento arranca tus negras alas y mueres sola tal como nacistes.
Pero vuelves a contemplar los atardeceres del amor para sucumbir a la noche y cerrar los ojos ante la niebla del amanecer.
Creyendo que ese sol durará siempre. Pero es solo una discontinuidad de cuerpos retorciendose en el deseo carnal.
Y lo que ellas llaman amor, yo lo llamo Abismo.
sábado, 5 de marzo de 2011
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