lunes, 31 de mayo de 2010

Ophelia infernal RITUAL

Los días han pasado. Ha llegado el momento. Mis cabellos antaño fuego, hoy solo son carbón usado. Me levanto, me tiemblan las piernas, pero consigo no flaquear. Me acerco al vasto espejo que regenta mi sala para observar mi imagen. Chupo los restos de sangre coagulada que se acumulan ante él.

Mi pelo está sucio, al igual que mi rostro, mis manos y mi ropa. Pero ha llegado el momento. Busco la mano que corté y la embadurno con el emplasto sanguinolento que ha macerado a los pies del espejo.

El cadáver está listo, he pasado un par de horas cosiéndolo trozo por trozo. Largas costuras recorren tu torso, tus brazos, tus piernas. Pero tu piel es oscura, apenas se ven los hilos. Que ironía, Aracne tejiéndose un amante…

Prendo un dedo del niño, como una vela, y con su cera cubro las costuras. Se inicia el ritual.

Sin dios y sin demonios, sin nada en lo que creer. Cree en la carne, cree en la sangre. Ahoga tu culto en fuego y ron. Soy Ophelia, salida de las mismísimas entrañas de la tierra.

Fuego nace en mis manos, mis ojos, mi boca. Cubro los labios del cadáver con los míos y le infundo la llama de la vida. Siento sus dedos tirándome del pelo, arañándome la espalda. Siento mil insectos entrar por cada uno de mis orificios, pero los hago arder. Escucho gritos desgarradores alrededor. La vida se me escapa, pero me aferro fuerte al dolor que siento en mi piel.

Los ángeles del infierno recogieron las cenizas esparcidas. El fuego sofocante se apago como un suspiro en medio de la noche. Juntos contemplamos las estrellas y sabemos el camino que hemos de recorrer. Mil cicatrices recorren tu cuerpo, vivo por mí. Lejos, se oyen sirenas. Recorro una a una las marcas de tu cuerpo, que se tiñen negras al contacto de mis dedos. Nada enturbia tu belleza. Nada ensombrece mi valor.

Cubres mis llagas con tus labios… Soy la araña, que teje su propio destino, con paciencia y tesón, que siempre consigue todo aquello que se propone.


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