jueves, 20 de mayo de 2010

De las cenizas....

La primera vez que pude ver tu piel un muro de cristal no me dejo abrazarte
quiero ser feliz tan solo con mirar y ver como tus ojos se clavan en los míos
gritaré, al ver que no sangran tus heridas...
Quiero no llorar, debo de luchar.
Sueño con tener la oportunidad de poder romper esta caja de cristal

Cuando solo el orgullo te queda, cuando mostrar el más mínimo sentimiento es signo de debilidad, cuando necesitas ser fuerte como el acero y mirar sin que tus ojos revelen tristeza, añoranza,...

Deja ver tu entereza, agárrate al amor propio, y si tu amada indiferencia aún no ha llegado, llámala por teléfono, nena.

Hay que conocer la tristeza, para valorar la alegría. Hay que amar a la muerte, para abrazar los designios de la vida. Hay que sentir el calor, para añorar el frio.
Tienes que ser oscuro, para que la luz te guie. Pensamientos sueltos, palabras desintegradas.

Pensaba que me dolería, pensaba que la rabia me invadiría, que irrumpiría en lágrimas en cualquier instante,… pensaba que mi corazón seguía roto.
Cual sorpresa la mía, ¿envidia? ¿Dolor? ¿Añoranza?....indiferencia. Fría, oscura y amada indiferencia. Es el sentimiento más vacio que existe, es el sentimiento que más me llena poco a poco.
Amada indiferencia, colma mis manos y entrega todo aquello que te donaron, pues nunca fue un sincero regalo, sino una caridad propia del vacío que produjo su amor propio. Vanidad.

Templa tu mente, siente la fría sangre que bombea, poco a poco y cada vez más lento, tú agrio corazón. Amada indiferencia, sonríe ante el espectáculo que ante tu impasible mirada se produce. Todo es efímero, todo es cóncavo. Solo tú te muestras tal cual eres, sin residuos, pura.

¿Sabe la sangre de igual manera cuando se derrama voluntariamente? ¿O acaso se muestra más dulce en los dedos y en labios entreabiertos, que en el frio envoltorio de un cadáver? ¿Acaso no produce el mismo efecto de éxtasis, si lo pruebas de forma indiferente en un cuerpo frio que caliente? Amada indiferencia, juntas sembraremos el camino de hojas secas. El crujir de sus cuellos será la más dulce melodía que compartiremos.

Dulces mentiras, a quien intento engañar.
La llaga no cicatriza más rápido con sal, el dolor no cesa si me regodeo en su textura. El relieve y la forma de sus manos, marcadas en mi piel a fuego. Alas negras cubren mis ojos.
Respira esta densa tensión y llena los pulmones de su acida negrura. A quien intento engañar.

Como arena entre los dedos expiró mi tiempo. Por más que tenses los músculos de tu cuello, por más que corras tras las huellas de mis pasos, nunca, jamás- volverás a sentir la frialdad de mi contacto, y comprenderás, que mi tiempo, fue solo un sueño transformado en pesadilla.

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