sábado, 15 de mayo de 2010

Mil formas de morir

Hay mil formas de morir Unas de forma consciente, otras en manos de. A veces la muerte te alivia, las menos te arrastra.
Caer desde gran altura, trozos sanguinolentos derramados. Abrir un canal en tu muñeca y con ese reguero alimentar las cañerías de tu baño. La muerte dulce, la llaman.
Otra forma de morir es tomar el medicamento más fuete que poseas, y multiplicarlo por tres. A veces la muerte llega en forma de lenta enfermedad, otras, llega accidentalmente. También se han dado casos de ingesta de veneno, tiros a bocajarro.
¿Cuál es el método infalible? No lo sé, a mí, me mataron con un lápiz.
Y pensareis… ¿cómo se puede matar a alguien con un lápiz? Pues bien, existen muchas formas.
Uno puede clavarlo en los ojos, la parte posterior del cuello, puede clavarlo en las muñecas, puede rajar un cuello como un folio, incluso se puede clavar en el pecho, como si de una estaca se tratase.
A mí me mataron tus palabras, esas palabras que al leerlas produjeron tanto dolor en mi pecho, que más me hubiese valido tener otra forma de morir ya antes mencionada.
Y cada vez que leo lo que decías, pensabas o sentías, muero pensando en la contradicción de estas palabras, en su significado oculto, en cómo me has sentenciado sin saberlo, en mi fría, oscura y húmeda tumba.
Ahora puedo verte mejor, en las tinieblas no necesito luz, pues mi amor es un prisma que excede a la propia aurora.
Mátame, mi alma se alzaría cantando a los ángeles del infierno, y tuya sería todavía.

Darkny the doll

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