domingo, 1 de agosto de 2010

Dolor latente

Es impresionante….nunca me había pasado algo similar…

Todo empezó aquella noche. Fue un estallido, algo tan fuerte, tan evidente… ¿como pude obviarlo? Aquello era lo que durante tanto tiempo había buscado, y llega el, sin nombre, sin rostro…y me lo muestra.

Siempre había oído hablar de la estética del dolor, del morbo que puede llegar a producir, del placer,… ¿pero sentirlo? Eso era algo que nunca me había planteado. Estirar de la correa, morder, arañar,…unos límites demasiado fuertes para sobrepasar. ¿O quizás no?

Entonces llega el, me lo muestra y se va….se va por donde vino, sin mediar palabra, sin una mirada. Justo lo apropiado. Aquella mañana me dolía todo, nunca pensé que el sexo podía ser tan doloroso y tan placentero. Nunca digas nunca, nena.

Pasaron días, meses….quizás años, no lo sé, fue algo que enterré, como algo vergonzoso que se oculta por miedo a la crítica. Una tía que le va que le peguen… y que le encanta ser violenta, en la sociedad de hoy en día… Lo olvidé, y mis relaciones se volvieron de nuevo “normales”, monótonas.

Hasta que un día…llego un nuevo hombre a mi vida. Un hombre que hizo renacer todo de nuevo. Y yo, propaganda en mano…

Le vi venir, se acerco, me miro y un simple gesto de sus labios hizo que mi cuerpo ardiese en deseo. Son sus labios los que provocan en mí un constante estado de excitación, los que me arrastran al lado oscuro y con los que muero cuando los siento entre mis piernas. ¿Cómo puedo tener la sensatez suficiente para olvidarme de ellos? Mi vello se eriza con su paso, me anuncia su llegada, me insta a que adivine su recorrido. Se hace amo y señor de mi piel con esa boca.
Y sin avergonzarme, aquella noche me liberé y empecé a golpearle.

Quizás le divertía, alguien tan graciosamente pequeña, con una apariencia tan frágil,… ¿Pegándole? Y más me sorprendió cuando pasó de sujetar mis manos a azotar mi rostro. Un placer como el fuego invadió mi cuerpo y al besarle, mordí sus labios tan fuerte que la sangre manó de la herida, inundándome. El dulce líquido se derramó por mi cuello. Lejos de asustarse, siguió mi juego. Clavo sus dientes en mi brazo y desgarro mi piel hasta hacerme sangrar. Un corte, un beso, una caricia, un azote,…todo se cruzo, se mezcló.

Dulce sabor de la agonía, Placer atado a una cadena que pende de mi cuello… sus manos pellizcando mis muslos, sus dedos recorriendo mi Tatuaje, viudas negras emponzoñando mis caderas.

Con la correa de mi cuello, esa tan linda que todos admiran llamándome “gatita”, le até el cuello y apreté. Apreté tanto que el aire llegaba a duras penas a su rostro. Lagrimas de amor asoman a sus azules ojos…que contraste tan bello…azul del cielo y rojo sangre.

Clavé mis uñas en su torso, mordí su cuello y la sangre lleno mis labios. El respondía también con golpes y mi sangre mancho las sabanas.

Pasaron horas, y el juego seguía…Quise llevarlo un paso más. Reviví todo el instinto animal que latente se escondía en mí. Ate sus manos a la cama y con un cuchillo realice suficientes cortes como para ver su sangre resbalar por los brazos. Era precioso ver ese color tan rojo resbalar por una piel tan blanca, tan pura. Su gatita y yo lamiamos la sangre que goteaba.
¿Porque me producía tanto placer verle sangrar? Y el allí, atado, sonriéndome, cada vez más pálido pero pidiendo más…

Le borre esa estúpida sonrisa de enamorado a base de golpes…. No te enamores, no, nunca, niégalo, niégalo todo…

Es normal enamorarse de alguien que como yo, te ofrece su sangre, te ofrece el alma…pero no me des tu vida, al menos esta noche no, no me la des, quédate conmigo, amor….

Sus ojos, cerrados, su piel, suave y pálida…inerte. Su cuerpo, flojo y maleable…y su gatita lamiendo los restos de sangre.

Esa noche aprendí que los limites del deseo son infinitos, que los lazos del amor van más allá de todo y que la vida….la vida está para vivirla…

Darkny the doll

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