miércoles, 24 de febrero de 2010

Renacer: 2º Parte

En la más sombría noche....bajo el amparo de la luna llena....

Trozos diseccionados de mi antiguo ser...esparcidos por la arena....de nuevo...demasiado riesgo.

El cazador cazado y su sombra que aun me sigue. No sé si quiero salir de este valle helado, prefiero seguir vagando en soledad, esperando a la escolta que me prometiste....como tantas otras cosas que prometiste y aun he seguido, tonta de mi, esperando....y cuando la luna descubre de nuevo su rostro, ahí aparece....ese ser....y sé que me dejare llevar, ya sea para bien...o para mal.

Así transcurren mis últimas noches, amparada en la calidez de su pecho, con el sonido del viento.

Y como todas las noches, ahí está de nuevo...caliente y palpitante...tan expuesto a mis labios, incitándome a morder...imagino que lo hago...basta un solo instante, entreabro mis labios y cubro su cuello. Acto seguido, mis incisivos se hunden en su cálida carne....adoro esa fracción de segundo en la que mis labios besan su piel, en el que rompo esa fina película que recubre el sabroso liquido, y por un instante puedo olerla antes de degustarla.

Ansiosa, mana, llenándome la boca. Su amor se derrama por mi cuello y sigue su camino por mi escote. No se detiene ahí. Es tanta que siento que me ahogo, me quema por dentro... ¿Se puede morir de placer? Porque si es así, este es el momento perfecto.

Y cuando todo acaba, aún estás ahí, cansado y sonriente. Me siento feliz de tenerte conmigo, eres mi nexo con la vida. Eres mi compañero, mi amante y mi alimento. Me proporcionas calor, me infundas confianza.

Sé que cuando se aleje, la duda cubrirá mi mente, nublara mis pensamientos, me invadirá…
Aún a riesgo de parecer una chalada, he caminado en el día más frio de este invierno con una simple camiseta de tirantes y un vaquero desgastado para solamente sentir el viento acariciando mis brazos.

Respiro el aire de la noche y experimento la libertad, contemplo las nubes que cubren el cielo, que cubren las estrellas que creía que me guiaban…

Aún a riesgo de parecer una chalada ante las miradas extrañas de los viandantes, he caminado bajo la lluvia sin paraguas, para sentir el placer del agua recorriendo mi rostro.
Me he quitado los zapatos y he pisado el barro que la tormenta ha dejado en la linde del camino. Hundo mis pies en la fría tierra que un día de estos será mi sepultura. Marco cada paso que doy.
No dudo de la solidez de lo que toco, no dudo ante el viento, la lluvia o la tierra. Dudo de mí.
Porque todo es tan difícil…Siento como si de las entrañas de la tierra, ella me llamase.

Sus huesos astillados, su carne putrefacta, el olor de mi pelo húmedo por la lluvia… A tres voces su alma grita desde el otro lado del océano. Sola.



Nunca volverá a mí, he soñado con ella y la he visto morir mil veces. A veces pienso que de nuevo ella soy yo, y yo soy ella. Tarde o temprano, cuando todo acabe, nos veremos en el infierno…

Aún recuerdo como la dejé allí. Probablemente su cadáver esté ya descompuesto. Y ahora, entre los brazos de el quiero olvidarte.

Acaricia mi rostro y sonríe, ignorante de las imágenes que se agolpan en mi mente y que aparto de manera superficial. En esta noche, cierro los ojos para que las traidoras lágrimas no se asomen a mis ojos, para que mi secreto esté tan muerto como estaba yo antes de conocerle, tan muerto como está ella.

Helada entre las nieves y sumida en las caricias de hermosos licántropos blancos.

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