viernes, 30 de abril de 2010

La cicatriz de Marta

Las cicatrices siempre serán cicatrices. He de cortar el nexo que me une a ti, ese cordón umbilical llamado amor que día tras día me ha alimentado de falsos anhelos.

Siente lo que yo siento, llora por todas las lagrimas que en silencio pronuncio, grita por todo lo que con una mirada me callo.

¿Sabes lo que es recordar cada detalle, cada palabra, cada mirada? Es revivir día tras día aquello que ya ha fallecido, como amamantar el frio cadáver de un hijo que nace muerto, y mientras lo acunas y le cantas para que duerma, su suave piel se va descomponiendo poco a poco hasta que un día su olor te abruma y su piel se torna de un color quimérico, pero aún así te niegas a enterrarlo porque es un trozo de ti.

Descubres que aquella base que creías solida y en la que asentabas tus principios se vuelve como un cuadro de Dalí.

Hoy el último resquicio de esperanza que me quedaba se ha resquebrajado. Cuando estás en el fondo, aunque el aire apenas llene tus pulmones y sientas la sangre golpeándote con furia en las sienes, has de saber que solo te queda subir.

Solo queda una larga y profunda cicatriz en el vientre, un pecho lleno de agrio amor y un vacio junto a tu cama.

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